Expertos en reumatología se reúnen para analizar el manejo de la artritis reumatoide en etapas precoces

  • 01 Octubre 2015

Uno de los retos en investigación para mejorar el manejo de la artritis reumatoide pasa por establecer marcadores que permitan identificar y tratar la enfermedad en estadios muy iniciales, según se ha manifestado durante las jornadas AR 59´organizadas por Bristol-Myers Squibb.

¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? Son las tres cuestiones sobre las que han girado las Jornadas AR 59´, que Bristol-Myers Squibb  ha organizado en Madrid recientemente, con el objetivo de reunir a los principales expertos en reumatología y actualizar conocimientos sobre patogenia, diagnóstico y tratamiento de la artritis reumatoide (AR).

Para José Andrés Román Ivorra, jefe del servicio de reumatología del Hospital Universitario y Politécnico La Fe y profesor de rReumatología de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Valencia y coordinador de la reunión, “el formato de esta reunión ha sabido combinar de manera innovadora la presentación clásica magistral con la participación breve, introduciendo muchas preguntas con un tiempo de respuesta muy bien controlado. Esto ha permitido trasladar los hallazgos ya conocidos de la investigación básica a la medicina aplicada; conocer cómo se produce la enfermedad y asimismo cómo tratarla”.

Uno de los principales desafíos que presenta el abordaje de esta enfermedad reumatológica autoinmune es  detectar pacientes en estadios muy iniciales, puesto que, como indica Juan Jesús Gómez-Reino, reumatólogo, profesor de Medicina en la Universidad de Santiago e investigador de la Fundación Ramón Domínguez del Hospital Clínico de Santiago, “el proceso desencadenante de la artritis reumatoide comienza 15-20 años antes de que aparezca la enfermedad, y se inicia con un fenómeno de pérdida de tolerancia a antígenos y desarrollo de anticuerpos”. Sin embargo, en la actualidad los criterios de diagnóstico clínico sólo permiten detectar la enfermedad cuando está relativamente avanzada.

En cuanto a la posibilidad de predecir el pronóstico de los pacientes, hoy en día se siguen buscando marcadores con suficiente evidencia científica. Entre los actuales, se encuentran la presencia de anticuerpos a títulos altos, así como la presencia de lesiones erosivas, pero como indica el Dr. Gómez-Reino,  no son determinantes en todos los pacientes. En este sentido, durante las jornadas se ha incidido en el papel de uno de los mecanismos principales involucrados en la patogenia de la enfermedad: el desarrollo de anticuerpos antiproteínas citrulinadas (ACPA).

“Los ACPA son anticuerpos que sintetiza el organismo frente a proteínas propias que han sido modificadas previamente por agentes  externos, como puede ser el tabaco o algunas bacterias”, destaca Román. 

¿Tienen los ACPA un papel patogénico en la artritis reumatoide? “La respuesta es sí, pero se debe tener en cuenta que no todos los ACPA son patógenos, sino que siguen un proceso de maduración. Cuando se convierten en patógenos, participan en el desarrollo de la artritis reumatoide a través de dos mecanismos: activando las células que destruyen el hueso (osteoclastos) y participando en la reacción inflamatoria mediada por células T y B”, explica Gómez-Reino, que ha pronunciado la charla magistral de las jornadas. Por este motivo, presentar niveles elevados de ACPA está relacionado con una mayor afectación articular, pero sólo en los casos en los que estos anticuerpos se han convertido en patógenos.

“Abatacept modula la respuesta de las células T y tiene un papel en la producción de anticuerpos por las células B, por lo que tiene el potencial de alterar la producción de anticuerpos, entre ellos los ACPA”, afirma Gómez-Reino. Debido a esta capacidad de abatacept a la hora de regular la producción de anticuerpos, hay evidencias preliminares que lo sitúan como una buena opción terapéutica potencial en pacientes que presenten niveles de ACPA elevados en etapas muy iniciales.

En los hospitales españoles se está apostando por unidades de artritis temprana, que pretenden identificar la enfermedad de forma muy inicial para poder modificar el mecanismo patogénico y evitar su progresión. Y en este sentido, el tratamiento con abatacept (Orencia) está mostrando resultados a la hora de modificar la producción de anticuerpos ACPA, debido a su mecanismo de acción, único entre el arsenal de fármacos biológicos disponibles en la actualidad.

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